domingo, 25 de febrero de 2018

¿Que es el masculinismo?



Les presentaré un extracto del libro del psicologo Walter Riso donde expone en buenas palabras la esencia del masculinismo y luego lo ampliaré con las mías.


No es tan fácil ser varón
 Ser hombre, al menos en los términos que demanda la cultura, no es tan fácil. Esta afirmación, descarada para las feministas y desconcertante para los machistas, refleja una realidad encubierta a la que deben enfrentarse día a día miles de varones para cumplir el papel de una masculinidad tonta, bastante superficial y potencialmente suicida. 
Pese a que la mayoría de los hombres aún permanecen fieles a los patrones tradicionales del “macho” que les fueron inculcados en la niñez, existe un movimiento de liberación masculina cada vez más numeroso que rehúsa ser víctima de una sociedad evidentemente contradictoria frente a su desempeño. M
ientras un grupo considerable de mujeres pide a gritos mayor compasión, afecto y ternura de sus parejas masculinas, otras huyen aterradas ante un hombre “demasiado suave”. Los padres hombres suelen exigir a sus hijos varones una dureza inquebrantable, y las maestras de escuela un refinamiento tipo lord inglés. El mercadeo de la supervivencia cotidiana propone una competencia tenaz y una lucha fratricida, mientras que la familia espera el regreso a casa de un padre y un marido sonriente, alegre podido definir claramente, creó en la mayoría de los hombres un sentimiento de frustración permanente: no damos en el clavo. 
Esta información contradictoria lleva al varón, desde la misma infancia, a ser un equilibrista de las expectativas sociales: a intentar quedar bien con Dios y con el diablo. No me refiero a los típicos machistas, sino a esos hombres que aman a sus esposas y a sus hijos de manera honesta y respetuosa, pero que no han podido desarrollar su potencial humano masculino por miedo o simple ignorancia. 
Hablo del varón que teme llorar para que no lo tilden de homosexual, del que sufre por no conseguir el sustento, del que no es capaz de desfallecer porque “los hombres no se dan por vencidos”, del que ha perdido la posibilidad de abrazar y besar tranquilamente a sus hijos, estoy mencionando al hombre que se autoexige exageradamente, que ha perdido el derecho a la intimidad y que debe mostrarse inteligente y poderoso para ser respetado y amado. En fin, estoy aludiendo al varón que se debate permanentemente entre los polos de una difusa y contradictoria identificación, tratando de satisfacer las demandas irracionales de una sociedad que él mismo ha diseñado y que, aunque se diga lo contrario, aún no está preparada para ver sufrir realmente a un hombre de “pelo en pecho”. Muchos hombres reclaman el derecho a ser débiles, sensibles, miedosos e inútiles, sin que por tal razón se los cuestione. 
El derecho a poder hablar sobre lo que sienten y piensan, no desde la soberbia ni para justificarse de los ataques insanos del resentimiento feminista, sino desde la más honda sinceridad. Afirmar que el hombre sufre no significa desconocer los problemas del sexo femenino. Las mujeres se han preocupado por su emancipación desde hace tiempo, y han expresado su sentir por los medios disponibles a su alcance: un ejemplo a seguir por los hombres. 
Sin embargo, no creo que la liberación masculina deba establecerse sobre la base de la incriminación, la condena y la subestimación por el sexo opuesto, tal como lo hicieran los pensadores de finales de siglo como Schopenhauer, Nietzsche y Freud; ni tampoco a partir de una autodestructiva culpa milenaria por todos los desastres de la raza humana, como lo han querido sugerir algunos varones arrepentidos de su propio género. 
El mundo ha sido construido y depredado por ambos sexos. La frase lapidaria de Krishnamurti va dirigida tanto a hombres como mujeres: “Si realmente amáramos a nuestros hijos no habría guerras””. Asumir la responsabilidad absoluta del deterioro del planeta y de la humanidad es un sacrificio innecesario, además de injusto. Si consideramos las aparentes prebendas con las que cuenta el sexo masculino, algunas mujeres se asombran de que ciertos varones mostremos insatisfacción con el papel que nos toca desempeñar: “¿Liberarse de qué?”, “¿Más liberación?”, “¿No les parece que nos han hecho ya bastante daño apropiándose de todo cuanto hay?”. 
Basta hacer referencia a la insatisfacción masculina, para que algunas voces femeninas se alcen: “¿Y acaso nosotras no sufrimos?”. Nadie lo niega. Una mujer que conocí no hace mucho, era incapaz de sostener una conversación con un hombre sin esgrimir alguna consigna antimasculina. 
Cuando pude expresarle mis opiniones frente a los problemas que debemos enfrentar los varones, me echó la culpa de las paupérrimas condiciones laborales a las cuales eran sometidas las mujeres durante la revolución industrial. Cuando le repliqué que yo todavía no había nacido en aquella época, se levantó furiosa y se fue, sin antes hacerme personalmente responsable por la explotación que el señor feudal ejercía sobre las siervas de la gleba (obviamente, no sobre los siervos). ¿Por qué se subestima el sufrimiento masculino?¿De dónde viene esa extraña mezcla de asombro e incredulidad cuando un varón se queja de su papel social? Se da por sentado que las supuestas ventajas de las que goza el hombre son incuestionables, y por lo tanto, cualquier queja al respecto debería ser considerada como una prueba más del afán acaparador y de la ambición desmedida que lo ha caracterizado. “¿Cómo es posible que quieran más?”. La respuesta es sencilla: querernos menos. Desde la perspectiva de la nueva masculinidad, las pretendidas reivindicaciones y ganancias del poder masculino machista son un verdadero encarte. 
El nuevo varón quiere estar acorde con un despertar espiritual del cual se ha rezagado considerablemente, desea menos capacidad de trabajo, más afecto, más acercamiento con sus hijos y más derecho al ocio. Ya no quiere estar aferrado a los viejos valores verticalitas que fundamentaron la sociedad patriarcal. 
El nuevo varón está cansado de ostentar un reinado absurdo y esclavizante, tan envidiado por las feministas de primera y segunda generación. Al nuevo varón no lo inquietan los míticos ideales de éxito, poder, fuerza, autocontrol, eficiencia, competitividad, insensibilidad y agresión. Les regalamos el botín y deponemos las armas: no nos interesan. Muchos hombres desean volver a las fuentes originales del poder masculino, que no se alimenta de la explotación y la imposición sino de una profunda humanidad compartida. 
La liberación masculina no es una lucha para obtener el poder de los medio de producción, sino para desprenderse de ellos. La verdadera revolución del varón, más que política, es psicológica y afectiva. Es la conquista de la libertad interior y el desprendimiento de las antiguas señales ficticias de seguridad. Tal como dice el refrán: “No es rico el que más tiene, sino quien menos necesita”. Y los hombres debemos reconocerlo: hemos necesitado de demasiadas cosas inútiles para sobrevivir. La nueva masculinidad no quiere quedar atrapada en la herencia salvaje y simiesca que tanto aplaude y festeja la cultura. Tampoco desea reprimir o negar la propia biología, sino superarla, transformarla e integrarla a un crecimiento más trascendente. 
El estereotipo tradicional del varón lo ha mantenido atado al patrón biológico, fomentando y exagerando, directa o soterradamente, un sinnúmero de atributos primitivos que ya han perdido toda funcionalidad adaptativa. En la moderna jungla de asfalto, “valores” como la fuerza física, la valentía, la violación y la agresión física, sólo para citar algunos, ya no definen al más apto. En este sentido, pienso que las mujeres han logrado independizarse mucho más que nosotros de los viejos arquetipos. Insisto: la idea no es suprimir nuestras raíces, ni reprimir las expresiones naturales que surgen de las mismas, sino cortar aquellos lastres disfuncionales que nos impiden avanzar hacia una nueva existencia. Es imprescindible desbloquear el estancamiento evolutivo en el que nos encontramos. 
Ni la cruel genética determinista, ni el ingenuo ambientalismo relativista: independencia y evolución. Dos claves, dos premisas, dos banderas. Por último, vale la pena señalar que, aunque a través de la historia se han hecho varias revisiones del papel del hombre, el cuestionamiento actual del varón parece insinuarse de una manera más profunda que en las anteriores. A diferencia de la crisis masculina de los siglos XVII y XVIII en Francia e Inglaterra, donde solamente los hombres de las clases dominantes asumieron un papel más femenino y pacifista en oposición a la brutalidad masculina previa, el trance actual parece ser más generalizado y radical, no sólo por la magnitud geográfica sino, además y principalmente, por los valores que afecta. 


Ahora mis palabras:

para mi el masculinismo es el defender aquellos atributos que nos identifican como hombres, la fuerza física, la caballerosidad, la valentía, el sentido de protección, todas ellas cualidades que a las mujeres les encantan y que buscan en nosotros, pero también esos otros atributos que nos definen y que últimamente la sociedad ha luchando por borrarlas, y que sin embargo residen en nuestros genes y en nuestra naturaleza, que lo llevamos en la sangre, y que tanto los estudios antropológicos como los genéticos y de biología comparada reafirman, aunque los sociológicos tienden a rechazar: el deseo de competencia, la agresividad (que no la violencia) en nuestra actitud hacia los retos que debemos superar, la competitivad que nos nace desde dentro, el poder sudar con nuestras actividades sin que nos discriminen por nuestro olor debido a ganarnos el pan con nuestro esfuerzo, el poder hacer crecer nuestros músculos sin que se nos tilde de bestiales, primitivos o salvajes, ni que se nos quiera imponer una moda de constitución física enclenque que haga que las feministas más acendradas no se sientan amenazadas y al contrario puedan dominarnos, por poder ejercer nuestro derecho a importunar a una chica para cortejarla sin que eso signifique que la estamos agrediendo  (calro respetando siempre los límites del decoro y el respeto, valga a redundancia, de nuestros lances amorosos), el poder mirar intensamente a una chica por más de 20 segundos porque nos gusta intensamente sin que eso signifique violencia, (¿donde esta la violencia en admirar las formas bellas y delicadamente delineadas por la naturaleza en la chica de nuestros sueños?), por poder tomar poses masculinas sin que se nos tilde de machos, sencillamente porque nuestros genes nos inclinan a ello, a poder senarnos con las piernas abiertas sin que eso nos marcque como machos, sencillamente por la razón que a veces ellas no entienden de que nuestras caderas son más estrechas y si no abrimos las piernas nos caemos de lado,  por poder bromear con nuestros compañeros del mismo sexo sin que se nos marquen pautas de comportamiento que a las feministas les parecen bien, limitando nustra naturaleza. en resumen, por la defensa de todo aquello que sin rebasar los límites del respeto, el movimiento feminista más extremo ha comenzado a quitarnos.

Por que no se nos imponga un estereotipo de hombre  que a ellas no les representa en su subconsciente una amenaza y con el cual pueden ejercer un mayor dominio, por no ser mujeres con pene, por no estar hechos a la medida de sus exigencias.
No critico al actor, el es así, sino al estereotipo que nos pretender imponer con su imagen, y que muchos jóvenes se tragan entera.




domingo, 11 de febrero de 2018

# me too & denuncia a tu cerdo: desvios de la ruta.




Ayer me he enterado de una noticia que  me impactó: el maestro Enrique Bátiz,  director y fundados de la orquesta sinfónica del estado de México, ha sido acusado de violación  por un evento que ocurrió hace  22 años, ¡¡¿¿???¿!!! .

Entiendo que con esta moda de los movimietos # Me Too y denuncia a tu cerdo, ahora la gente viene denunciando situaciones que se produjeron en el pasado, pero muchas veces tiene la pinta de ser un medio de perjudicar gente, cobrarse viejas rencillas o ensuciar prestigios a quien nos debe una.

Nuevamente repito, estoy en contra de la violencia a la mujer, y contra los niños, contra los animales, contra los hombres en posiciones vulnerables,  contra toda injusticia, pero estos movimientos mueven sentimientos oscuros.

Quien conoce al maestro Enrique Bátiz, se da cuenta de su personalidad, no pongo en duda que un hombre, incluso uno de renombre y posición social, sea capaz de realizar tales actos, pero a trayectoria del maestro Bátiz es ejemplar, dedicada y volcada a la cultura, director de la orquesta sinfónica desde hace más de 40 años. me pregunto ¿porque no hubo denuncias antes?

En un señor de su calidad, ese tipo de cosas se hacen difíciles de creer, más aún cuando presenta pruebas de cartas donde la violinista Silvia Crastan le dedica palabras cariñosas y de elogio, y esta a su vez niega tener pruebas de la actuación de Bátiz.

Se que hay acusaciones sobre el maestro Bátiz de maltrato a sus músicos, pero ¿que esperar? el maestro Bátiz es de la vieja escuela, se formó en la primera mitad del siglo XX, ¿que esperan? ¿que se porte como todo un milenial? si tan abiertos son de mente estos acusadores, por ahí deberían de empezar, pues yo como profesor he sido testigo del importante cambio que han tenido las generaciones actuales, donde no puedes decirle a un niño que es flojo, porque puedes ser acusado de maltrato escolar, aunque el niño en cuestión sea un verdadero prangana, no puedes reprobarlo, alzarle la voz ni nada parecido, ¿entonces donde queda la disciplina profesional?

Y si bien concedo que el maestro Bátiz puede ser duro, ¡carajo! hay disciplinas como la gastronomía, las artes militares, la enfermería, la odontología, la música, donde la educación es simplemente estricta, no puedes cometer errores, un error lleva al traste una vida, deja lesiones permanentes, o se lleva entre las patas el trabajo profesional de otras personas que han hecho su mejor empeño. Hace poco el chef Benito Molina fue criticado en las redes sociales por romper un plato en un episodio del programa Master Chef, ¡Pero si eso es el pan de todos los días en escuelas de gastronomía! lo veo a diario, ya que soy docente de microbiología de alimentos y me rozo a diario con chefs, regañan a sus alumnos, los humilllan, pero no como personas, sino que humillan su poca ateción y profesionalismo, un error de un cocinero puede echar a perder el trabajo del lavalozas, del parrillero, del montador, del gerente y de todos los demás, hay razones para ser estricto, hace años fui militar, en mis años mozos, se trabaja con aras, un descuido y le vuelas la cabeza a alguien con un tiro que se te escape, ahí no hay espacio para blanduras, aprendes o aprendes bien.
 si eres médico, un error puede costarle la vida a alguien, en una escuela de enfermería donde doy microbiologia y parasitología, supe de un caso donde un enfermero, por que no se le obligo a prestar la atención requerida en una clase, se perdió de importantes conocimientos, (por tratarlo blandito y o gritarle para que no se fuera a sentir agredido) aplicó mal un medicamento y casi se lleva la vida de un paciente al que recetó un medicamento sin diluir. la música es similar, un error y  la nota desentona y te llevas entre os pies el trabajo de toda la orquesta, su desprestigio y la reprobación de todo el auditorio, si ahora protestan por l maltrato, pero seria peor que la gente no fuera a los concierto por la mala calidad de la orquesta. recuerdo que e la secundaria un maestro de música que me simpatizaba mucho casi me hizo llorar por sus regaños debido a la forma e que interpreté la oda a la alegría en una flauta, y eso que según yo no había salido tan mal que debo hacer ¿ denunciar al maestro 30 años después?

¿Que las Motiva?


Esta bien que se denuncien las agresiones sexuales, pero por experiencia propia, e que no siempre son lo que aparentan, con los actuales movimientos # Me Too y denuncia a tu cerdo, la verdad es que hasta un guiño de ojo de un tick nervioso pude ser denunciado como abuso, y se está convirtiendo en una cacería de brujas, como bien dijeron Catherin Deneuve y otras 99 intelectuales francesas.  lo sé porque lo he vivido:

Cuando estudiaba la carrera de biología, y era "feminista y progresista" según yo, tuvimos problemas con un par de profesores que la verdad eran bastante pesados y favoritistas, estábamos inconformes con una calificación, y mi entonces novia, que años después se convertiría en mi  primer esposa, era de armas tomar, la verdad, un poco conflictiva, y yo como buen novio la secundaba, la verdad era que estos dos maestros eran pesados e injustos, y la denuncia era fundamentada y justa, pero también eran un poco libidinosos, hacían comentarios subidos de tono a las chicas de buen versin embargo no pasaba de ahí, la verdad nunca dieron motivo a una verdadera molestia de ninguna compañera, pese a que sus miradas y sus comentarios estaban fuera de lugar, fuimos a la defensoría de los derechos universitarios y allí, el asesor nos dijo que los maestros ya tenía quejas, que si no había alguna acusación extra ofensas, extorsión, ofensas, acoso sexual, entonces vi como surgió la idea en los presentes, eso dio pie a incluir en la queja acoso sexual, la verdad era que la actitud de los dos profesores que eran amigos entre si no daba para más, pero en el deseo de hacernos justicia ante un hecho que considerábamos injusto, le agregamos el acoso como un clavo extra para que a denuncia hiciera más efecto, e incluimos un comentario de dos compañeros que les habían pedido unas piezas para sus carros con el fin de que les ayudaran en el examen, la verdad es que cuando el caso paso al tribunal universitario, lo desecharon por haber sido presentado mucho tiempo después de haberse dado el caso, como o tener nada que ver con el favoritismo de los profesores, y que debía ser tratado en un juicio aparte, y que además no presentábamos pruebas de tal comportamiento, aparte de nuestros dichos. la verdad es que era solo para aportar más elementos para hacernos justicia y que vieran que no era tan fácil meterse con nosotros.

no me arrepiento de haber metido la demanda porque lo maestros e si si eran negativos para la escuela, pero la parte del acoso sexual era un extra, que nada tenía que ver, y muy exagerado respecto a lo que había sido en realidad. Pero era para darles en que pensar. 

Y por eso sé que muchas veces, la actitud de estas mujeres tiene móviles similares, ahora sé que esa actitud está mal fue bueno quejarnos de favoritismo, pero fue malo agregarle y exagerarle cosas que no tenían nada que ver solo para desprestigiarlos o hacernos justicia.

Y he visto ese caso muchas veces, hace poco en una escuela de gastronomía una alumna se molestó porque un profesor la regaño por un platillo que había hecho mal, la alumna se sitió ofendida, y acusó al maesto de maltrato escolar y ... ¡acoso sexual!  buscó el apoyo de otras tres compañeras que la apoyaran en sus dichos y el maestro se vio en graves problemas, al final no prosperó pero el prestigio del maestro se vio manchado, es curioso como muchos alumnos y alumnas se alejaban de el como si los fuera a violar en pleno pasillo y frente a toda a escuela, es es el objetivo, manchar su imagen, un poco como ese capítulo de la serie de  Black Mirror donde con oprimir un botón la gente bloquea a un individuo y se convierte en un nada para la sociedad.

Y eso es precisamente lo que ha ocurrido con muchos hombres, basta una acusación y el individuo pierde su trabajo, su prestigio, su historial laboral, queda manchado, pierde empleo, se le cierran las puertas a oportunidades de empleo futuras, y su familia se distancia de el, es pues un ostracismo social obligado en toda regla.


La Ley.

Todo delito proscribe después de cierto tiempo, en el caso que narré antes, el tribunal universitario nos dijo que se dan 6 meses para denunciar, pero que si un evento no se denuncia de inmediato, las evidencias comienzan a desaparecer los recuerdos a alterarse, los hechos se mueven, y difícilmente prosperan, en nuestro caso, la denuncia vino al final, cuando eran los exámenes finales y no estábamos a gusto con la calificación, tal como veo que hacen ahora los alumnos en las escuelas donde imparto cátedra, para ser válida debiámos haber denunciado al momento, de lo contrario, maifestábamos que si no estábamos de acuerdo, al menos no nos generaba una molestia manifiesta o intolerable. 

Lo miso se aplica a las mujeres del #Me Too, se muestra como un acto de valentía del género, pero lo verdaderamente valeroso habría sido denunciarlo al momento, se puede argumentar que en aquel entonces las presión social y la "dominación patriarcal" era mayor y que no le hacían caso a las mujeres, pero.... Recuero desde niño haber escuchado casos de violación y haber visto como la policía llegaba por algunos tipos acusados de violación, eso no es nuevo, tiene décadas que se pena y persigue a los violadores y agresores, así que ¿que valor' en realidad es cuna cacerías de brujas. Y si bien aplaudo que las mujeres denuncien a sus auténticos agresores,  no comparto la idea de denunciar algo que ocurrió hace 10, 20 o 30 años y que en su tiempo no tuve e valor e denunciar, nada más por perjudicar a alguien.


estas denuncias no prosperarán en los tribunales, pero sin duda  condenan socialmente a los acusados, sin un proceso real de ninguna parte.

Que bueno que el caso que narré antes no prosperó porque habría sido una injusticia, los do maestros estos eran favoritistas, si, pero la verdad es que no había hecho nada que fuera calificado como agresión sexual, y las cosas deben ser tratadas como lo que son.




domingo, 4 de febrero de 2018

Una revisión crítica del feminismo 6






Por fin, tras dos años de esfuerzo, terminé el master, y eso me da tiempo para volver a escribir y recuperar el interés de los lectores, que se que he perdido muchos, pero el trabajo es trabajo y hay que darle.



En esta serie de una revisión crítica del feminismo, aunque por las razones anteriormente expuestas no pude extenderme en el tema tanto como yo hubiera querido,  he hecho observaciones sobre lo que creo son los puntos débiles del feminismo.



hace años, yo me consideraba feminista, apoyaba a las mujeres en casi todo y consideraba que eso era progresista, hasta que tuve que darme cuenta del error y caer en la cuenta de los excesos a los que se estaba llegando.


No se confunda, soy antifeminista, pero no soy misógino, y hay feministas que admiro y mis respetos para ellas, tales como Wendy McElroySuzanne Sadedin,  Anne Oackel y otras.

Pero ahora, con los movimiento Me Too y Denuncia a tu cerdo, cualquier hombre puede ser juzgado y condenado, si, condenado socialmente a la desgracia económica y al ostracismo social, a la vergüenza pública.

No se me malinterprete, detesto la violencia contra la mujer, mi madre fue víctima de ella por parte de mi padre, y no es algo que me resulte agradable, estoy en contra de la violencia a la mujer, a los niños, a los animales y a cualquier hombre en posición de desventaja, en resumen, estoy en contra de cualquier injusticia. Pero no estoy a favor de privilegiar la agresión a la mujer por encima de otras injusticias.


Últimamente he tenido "platicas" (confrontaciones) con algunas feministas acérrimas, y cuando les digo que son representantes del feminismo extremista se molestan y niegan el calificativo, dicen que son feministas radicales, pienso que debe ser porque el término extremista tienen en la actualidad connotaciones  negativas, tales como terrorismo extremista, extremistas religiosos,  y finalmente con las feminazis,  por ello se autocalifican de radicales, sin embargo, este calificativo es usado equivocadamente, probablemente el calificativo radical les suena a libertario y revolucionario, pero me doy cuenta con esto último que no son personas cultas, pese a que parezca lo contrario, y que usan el término únicamente porque suena a que llevan el femimisno justo hasta el extremo... sin ser extremistas.

radical viene del termino latino radix, que quiere decir raíz, refiriéndose a que un movimiento social en este caso, o una idea, es completamente diferente a las que están de boga o en curso en ese momento, planteando conceptos e ideas totalmente, escandalosamente y revolucionariamente nuevas.

Pero he aqui el error, porque si uno busca o lee el concepto de feminismo, dice: movimiento social que busca igualar los derechos de las mujeres con los de los hombres.

Pero en la práctica, y coincido con tras personas por ejemplo Daniel Diez, Catherine Deneuve y otras 99 intelectuales francesas, Cathy Young o Rafael Eduardo Micheletti, en que muchas mujeres buscan en el faminismo no la igualdad, sino privilegios, y que confunden el cortejo torpe o insistente con agresión.

Entonces, si fueran radicales, irían a la raíz misma de la razón de su movimiento, que es igualar los derechos de mujeres y hombres, hasta hacerlos iguales ante la ley, pero no es así, muchas de ellas, no todas, buscan obtener privilegios, otras buscan la supremacía femenina, en los hechos, aunque de palabra lo nieguen.

De hecho, el epiteto "feminista" ya supone de entrada un hincapíe o un subrayado en el aspecto femenino, así que aunque de entrada sirva para nivelar las cosas, al final inclina la balanza de ese lado y termina incidiendo más en el factor o aspecto femenino que en el masculino y eso supone por tanto una discriminación a la larga, que no nos engañemos por discursos que al final es el descenlace lógico.

de ahí mi primer objeción: el término feminista ¿conduce a la larga a una supremacia femenina sobre el hombre? ¿es un sinónimo del machismo? ¿donde acaban sus límites y donde empieza a reconocer los derechos y la  naturaleza del otro?... Si, su naturaleza, porque aunque muchas de ellas son al parecer sociólogas y desestiman  la parte biológica argumentando que la cuestión de géneros es puramente cultural, muchos estudios serios no coinciden con este punto de vista.

 Aún la obra del consabido Marvin Harris que ha sido usada para argumentar que los hombres han usado la guerra para mantener sometida a la mujer, no es exactamente lo que dijo, que soy biólogo y leo obras de antropología, y el punto de vista de los antropólogos coincide más con el de los biólogos que con el de los sociólogos, aunque comparte conocimientos de ambas ramas.

Entonces estas mujeres toman el término radical como sinónimo de revolucionario, tal vez porque les suena a "somos radicalmente distintas" pero en realidad se alejan de la raíz del feminismo.

por ello me pregunto: ¿Feminismo es sinónimo de machismo?

Las feministas dirá que no, protestarán enérgicamente que eso es un término absurdo, ya que ellas pretenden lograr la igualdad de hombres y mujeres.


Lo contrario de  machismo sería hembrismo, y la feministas no son hembristas, además de que el término hembrista lleva una carga sexista y peyorativa inaceptable.

Concediendo que hembrista no es lo mismo que feminista, cabe aceptar que es algo totalmente diferente.



Pero... dado que desde su origen el término implica la supremacia de un sexo sobre el otro, en este caso el femenino, aunque se defienda lo contrario, porque como ya he argumentado, feminismo puede en un principio ser usado como un contrabalance al machismo, pero al final ese mismo término, por su origen, acabará siendo usado como un factor de supremacía. si no es así ¿que pensarían si se usaran términos como racista, fascista, africanista, belicista, americanista... ¿acaso no indican  la preferencia o inclinación de la voluntad hacia un componente exclusivo de la sociedad?

Y antes de que los puristas me digan que lo mismo se aplica a dentista, periodista o caligrafista, no es lo mismo, ya que uno se aplica a profesiones y el otro a posiciones políticas o actitudinales. minucias de la lingüistica.

Y aunque concedo que parte de las feministas puedan defender sobre todo el principio de hacer iguales ante las leyes y dar los mismos derechos a mujeres y hombres... el mismo término desde su origen hará que algunas mujeres tomen el derrotero alterno, es decir considerar la supremacía femenina, si o es así, porque se ha dado todo este auge y apoyo desmedido que en algunas ocasiones ya raya en lo absurdo al empoderamiento femenino?


Porque hay que establecer y delimitar límites, para no rebasarlos y caer en el lado opuesto,  "extrema se tangunt" - los extremos se tocan- y fácilmente un partido puede car en los excesos del otro.


Feminismo no... igualitarismo.


Esa es mi posición... Si, si , si... conozco los argumentos en contra de esta postura... no soy ignorante y leo, mucho más de lo que se imaginan... y por eso mismo creo vehementemente que debería nacer otro movimiento en favor del igualitarismo, y en contra del machismo y el feminismo, porque ambos en su concepto llevan la simiente de la discriminación y la segregación.


Que no todo es malo: un alumno mio me decía, por haber empleado la palabra gay, que yo era racista... le dije que se fijara bien en los términos que empleaba,  porque yo no soy racista,  yo no discrimino a la gente en razón de su color de piel ni mucho menos con base en sus características fenotípicas. (tuve que explicarle que es un fenotipo) le dije que tal vez el quería emplear el término discriminar, que a su ver yo discriminaba, y por tanto era discriminatorio. corrigió y dijo que yo discriminaba, le dije que si, que yo discrimino, y eso es porque el término discriminar significa distinguir entre varios grupos o categorías, que si, que discrimino entre alumnos aplicados y burros, entre gente honesta y ladrones, entre e blanco y negro, pero que no hago distinciones ni preferencias de trato en la gente por sus gustos sexuales... entonces que de malo tiene discriminar, si su objetivo es distinguir entre grupos o categorías... bueno,  se que para mucha gente discriminar es realizar un trato diferencial entre humanos, pero no es la única aplicación del término, ni la original.




Conozco la argumentación acerca de que o debe llamarse igualitarismo sino feminismo y el porque, pero lo real, es que muchas mujeres, últimamente, han  optado por el extremismo, demostrando que tan fácilmente se puede desviar al término de su impulso original, por ello creo fehacientemente que el término igualitarismo es el más adecuado, porque así como los constructos orales y sociales, aún inconscientemente en el pasado dieron preponderancia al machismo, en el futuro pueden dar preponderancia al lado opuesto


Esto se observa  en que muchas de estas mujeres "radicales" o "extremistas" incluso, como en un video de reciente publicación en España donde afirman que uno de cada cuatro hombres ha visitado prostitutas y los otros tres no hacen nada,  afirmando que es una faceta más de la opresión de la mujer. por supuesto, estoy en contra de la trata de blancas, pero hasta los juzgados y las mismas prostitutas (sin que pretenda que sea un término peyorativo) han argumentado que es un derecho sobre sus cuerpos si ellas mismas así lo han decidido.



Pero estas mujeres buscan imponer su forma de pensar sobre las otras, de modo bastante fascista, si algún hombre disiente de sus ideas, es un opresor con potencial de violador y esclavizador, y si es una mujer,  es una oprimida víctima de un lavado de cerebro del patriarcado.

Si una mujer desea ser prostituta por propia voluntad, mal visto, si desea usar burka o hiyab por su religión y propia voluntad, mal, i desea usar collares de metal alrededor de su cuello por tradición, mal, es decir no respetan la diversidad cultural y de ideas, toda mujer debe apegarse a su forma de pensar, sin considerar diferencias culturales, climáticas, ecológicas , religiosas, o de hábitos y costumbres.

y muchas de estas mujeres son representantes de la cultura occidental, como si fuera la única sin considerar que hay muchas otra culturas... si la cultura preponderante fuera la japonesa, estas mujeres verían muy mal a quien no vistiera kimono.

me he dado a la tarea de investigar sobre estas mujeres, y muchas de ellas son lesbianas, y buscan imponer su actitud que raya un poco en la androginia, sin considerar el punto de vista de las mujeres heterosexuales, es comprensible que consideren que no necesitan a los hombres, pues entre mujeres se bastan. 
 pero que hay de aquellas que si prefieren la compañía de un hombre?

Si agredes a una, respondemos todas...

Este es otro de los tópicos feministas... a mi me suena mucho a la forma de actuar de la mujer, a su naturaleza psicológica, aunque muchas protesten por esto y argumenten que somos iguales y que las diferencias culturales se deben a la educación desde el momento del nacimiento, yo disiento de esto, la razón es que las mujeres de todo el mundo tienden a responder de modo similar, lo que indica que no escultural sino biológico.

me refiero al hecho de que cuando atacas a un hombre, este te enfrenta y te pide explicaciones o declara una confrontación

Pero cuando una mujer es agredida, no siempre te confronta ni confronta la situación, en su lugar se comunican entre si, y cuando te enteras todo el mundo cuchichea el hecho, muchas veces desvirtuado,  sin darte oportunidad de defenderte o de mediar, y cuando te enteras ya se ha hecho todo un movimiento contra ti, una demanda, un grupo de golpeadores o una operación hielo en tu contra, eso significa para ellas el "atacamos todas".

Pues si... ¿que quieres que hagamos?... tenemos que defendernos.

me responderán algunas.

Entiendo que tal vez lo veo de esa forma por ser hombre... ,vaya, hasta puedo conceder que por ser un machista misógino, a consideración de alguna mujer.

¿Pero que pensar cuando esta actitud se extiende a las mujeres?... alguna vez tate de hacerle ver esta situación a mi novia, y no me entendió, pero hace poco se quejó conmigo de la actitud de su jefa: tuvieron una diferencia profesional, ella es gastrónoma y cocinera en un restaurante, y me contó que su jefa no la confrontó, sino que se puso a hablar mal de ella con todos, y a pedirles que tuvieran cierta actitud de desaprobación hacia ella, pero el resto de sus compañeros de trabajo son hombres, no le hicieron caso a su jefa  y en cambio si hicieron del conocimiento de mi novia este suceso... mi novia estaba muy molesta por la actitud de su jefa, y le sorprendió la solidaridad de sus compañeros... ¿que habría pasado si en lugar de compañeros hubiera tenido compañeras? ... se los dejo a su imaginación.



¿Masculinismo?

Hace poco fui a realizar parte de mi trabajo de investigación de maestría a otra institución, me sorprendió la actitud hosca de la encargada del lugar, quien me dijo con un tono bastante  cortante que la persona que yo buscaba, un técnico analítico de un laboratorio, no estaba en el lugar, me fui del lugar preguntándome el porque de su actitud, cuando al avanzar unos metros escuche a través de la ventana literalmente: ¿Que le pasa a ese tipo, con sus ademanes de macho? ¿abrase visto?...

¡Así que ese había sido el problema!... mi actitud de llegar con seguridad, preguntando sin muchos miramientos por el técnico analítico, con las piernas un poco abiertas, con voz firme,  recuerdo haberme recargado en la pared... es decir que la actitud natural en mi fue la causa del evento, entonces reparé en la actitud de los alumnos allí reunidos, se me hicieron apocados y tal vez un poco afeminados, no digo que lo fueran, pero su voz , sus actitudes y ademanes eran un poco delicados... y esa actitud la he visto últimamente en muchos lugares, incluso entre parejas jóvenes, muchos hombres no son viriles, sino delicados, finitos, con voz suave, incluso diría... sometidos.

Parece ser la tendencia en las relaciones actuales, los hombres han perdido si masculinidad, su virilidad, en algunos países europeos se les quiere obligar a orinar sentados, es mal visto que hablen con voz firme, deben hablar con voz suave y delicada, que no represente una amenaza para las mujeres... al menos eso es lo que indican varios estudios, que muchas mujeres prefieren en la actualidad hombres que no representen una amenaza debido a su mayor tamaño, corpulencia,  tono de voz, actitud...

Una de las cosas que cambiaron para bien, es que se dejó de obligar a la mujer a tener una actitud sumisa: hace años yo fui testigo de cuando una chiquilla quería ver como arreglaban un carro y su padre la corrió diciéndole que eso no eran cosas para mujeres, que se regresara a cocinar... eso es absolutamente inaceptable, limita las potencialidades de una persona.  Es terrible que se obligue a una persona a adoptar una actitud sumisa para complacer a otros... 

Pero eso es lo que ahora se busca aplicar en muchos casos a los hombres... se nos busca borrar nuestra naturaleza masculina, nuestra postura, nuestro tono de voz, nuestra forma de abordarlas, nuestra forma de hablar y de bromear entre nosotros,  y se nos pide o se nos exige que seamos como Ken... hombres de plásticohombres sin pene, o mujeres con pene...

Es hora de buscar una igualdad de derechos ante la ley, pero respetando nuestra naturaleza, y volver a destacar la masculinidad que nos caracteriza, debida a nuestras características sexuales secundarias, tono de voz  grave, ser impertinentes a la hora de cortejar, poder verlas más de 20 segundos seguidos porque es lo que nos dicta nuestro instinto, sin que eso signifique que las molestemos o las violentemos, que las abordemos de forma impertinente porque es lo que nos dicta nuestra inexperiencia en el amor,  porque hagamos todas esas cosas que nos identifican como hombres, leñadores de verdad, no de fantasia, mecánicos, de pelo en pecho, como somos nosotros... no como quieren vernos algunas de ellas.

Es hora del masculinismo... es hora de la igualdad.